Dos de los nuestros se fueron a cumplir su gran sueño como corredores, eso que casi ni nos atrevemos a imaginar cuando nos calzamos nuestras primeras zapatillas y que se ha ganado con creces el nombre de "El mayor maratón del mundo". Y ahora podemos dar fe de que lo es, y lo es por...
... Sus cifras, más de 50.000 corredores recorren cada edición los cinco distritos de la ciudad comenzando en Staten Island y terminando en Manhattan y su archiconocido Central Park, pasando por algunos de los sitios más emblemáticos del mundo en una ruta que también callejea por Queens, Brooklyn y el Bronx y atraviesa los cinco puentes que conectan cada barrio de esta ciudad.
... Y también lo es por la dureza de su recorrido en el que no hay un solo kilómetro llano, lo que cambia el objetivo habitual de superarse a uno mismo y sus marcas por el de disfrutar cada zancada, grabar en la memoria cada momento y llegar a la meta con energía suficiente para poder disfrutar de una ciudad que durante los días posteriores a la carrera da la enhorabuena y se rinde ante todo el que lleva la medalla de "finisher" colgada del cuello (sí señores sí, allí es tradición salir con la medalla los dos días posteriores; vayas donde vayas oirás un "congratulations" y hasta evitarás alguna que otra cola en cafeterías 😁, ¡lo juramos!).
... Pero sobre todo, lo que lo hace verdaderamente grande y único es el ambiente que se respira en la ciudad desde varios días antes y hasta algunos días después del evento. Todo el mundo casi sin excepción se vuelca y participa de una u otra forma de esta gran fiesta ya sea tomando la salida, como voluntario de la organización o animando con todas sus ganas.
Y destino a la Gran Manzana volaron Nik Mohr y Mónica Plaza, nuestra pareja de corredores y pareja también cuando se quitan las zapas de correr (pst pst, ahora que no me oyen os cuento un chisme; esta era su luna de miel aplazada por pandemias y otros males y fue condición indispensable para el "sí quiero" 😂😂).
Se plantan en la salida del maratón sin tiempo siquiera de sacudirse el "jet lag", pero con los deberes hechos y las cosas claras. Había que terminar, hacerlo juntos y disfrutando, que esta carrera es para crear bonitos recuerdos, el crono para otra ocasión porque aquí no cabe jugársela, esto es New York y no van a poder volver, tan fácilmente, a intentarlo de nuevo.
Nervios a tope. Temperatura de 12 grados y previsión de 20 en un par de horas, les va a tocar pasar calor al final. Dan las 10:20h de la mañana (16:20 en Madrid), turno de la tercera oleada. Himno americano en directo, Sinatra a todo volumen con su "New York, New York", varios helicópteros sobrevolando sus cabezas (¡de película!) y pistoletazo de salida, ¡por fin!
Uno a uno y codo con codo corren a un ritmito cómodo cada kilómetro del recorrido, saludando, sonriendo, disfrutando a lo grande hasta el kilómetro 35 donde un pequeño muro se levanta ante Nik. Pero no pasa nada, aquí no para nadie y si algo le sobra a nuestro compañero es coraje y corazón. Todo se arregla bajando unos segundos el ritmo y así, sin tener que caminar ni un solo metro, Nik nos enseña que los muros están para derrumbarlos y seguir adelante. Último giro y entran en Central Park. El ruido de la gente animando es ensordecedor. Solo una cuesta más y arriba se ve el arco de meta más espectacular que hayan cruzado jamás y eso que entre los dos llevan una buena colección ya. Brazos arriba y manos unidas para el gran momento final de un sueño al fin cumplido.
Para recuerdo de ellos y para que los demás podamos asomarnos un poquito a esta edición del TSC NYC Marathon, aquí dejamos unas imágenes de lo vivido.
Rodaje día previo con el equipo Endeavor por zona de meta (Central Park).
Nik y Mónica no quieren cerrar este capítulo sin dar las gracias, así que hoy serán sus palabras las que cierren esta crónica:
A todos, por todo y por tanto... ¡un millón de gracias!
¡Formáis parte de un sueño cumplido!"
¡Muchos y felices kilómetros!